A veces la expectativa que uno tiene al visitar lugares que lleva toda la vida queriendo ver se salda con dececiones igual de grandes. No me ocurrió esto en el Perito Moreno, sino más bien lo contrario: el glaciar Perito Moreno es uno de los lugares más espectaculares, majestuosos e imponentes que han visto mis ojos.
Se habían cumplido tres semanas de mi periplo por la Patagonia chilena y argentina y venía de pasar unos maravillosos días en Bariloche, pero ahora llegaba el plato fuerte, el más deseado del viaje. Me plantaba en El Calafate volando desde Bariloche, haciendo escala en Buenos Aires -una de esas rarezas de Argentina- con la única motivación de ver, fotografiar y caminar sobre este coloso de hielo.

El Perito Moreno, de un vistazo
Empieza el tour: de camino al Perito Moreno
Calafate fue un enclave de colonos y pioneros, que se fue desarrollando poco a poco gracias a la cercanía de los glaciares Perito Moreno, Upsala y Spegazzini. En 1937 se funda el Parque Nacional de los Glaciares y la población va creciendo a medida que aumentan las visitas de turistas a la zona. Hoy, El Calafate es ya una ciudad dedicada casi al 100% a la explotación turística de estos glaciares, sirviendo también como principal acceso a una región que también cuenta con El Chaltén y el no muy lejano Parque Nacional de Torres del Paine, en Chile, como capitales del trekking en la Patagonia.
De El Calafate parten los buses gestionados por las agencias turísticas para llevarte al glaciar. Un recorrido por la estepa patagónica que rodea el lago argentino, lago alimentado por el deshielo de los bloques desprendidos de los glaciares Upsala y el propio Perito Moreno, sirve de aperitivo para lo que viene. Nuestro guía, micrófono en mano, nos va explicando detalles y curiosidades, como el origen del nombre de la ciudad o la enormidad del lago argentino: con 1.466 km² de superficie, es el lago más extenso del país, y es un lago formado por el desague de los glaciares Perito Moreno, Upsala y Spegazzini. Por ello, tiene ese característico color turquesa, propio de las aguas provenientes del desielo glaciar.

El bus hace una breve parada a la entrada del Parque Nacional Los Glaciares, pues el acceso está regulado y tiene un coste: en el momento de mi visita el precio es de 5.500 pesos para extranjeros, y de 1.500 para residentes argentinos, pero en la web del gobierno argentino tienes los precios actualizados, que de buen seguro habrán aumentado (y no poco) con la inflación galopante del país.
Poco después, tras varias curvas en la carretera, ya empieza a dibujarse a lo lejos el color blanco radiante del glaciar. El autobús hace una parada para que puedas bajar y fotografiarlo a lo lejos, pero nada tiene que ver con lo que te encuentras una vez llegas al centro de visitantes. El Perito Moreno se muestra en toda su grandeza ante ti y no queda más que rendirse a él. La primera vista corta el aliento, y la emoción me embarga ya durante el resto del día.

Aquella primera vista se me quedará grabada en la memoria para siempre: el Perito Moreno es una de esas maravillas naturales que te ponen en tu sitio: basta contemplar su belleza y admirar su grandiosidad para recordarte a ti mismo lo insignificante que eres en comparación con las fuerzas que rigen el universo.
Ya no es solo la magnitud del glaciar, sino el entorno que le rodea: bosques, picos nevados, un clima cambiante a casi cada minuto, con nubes que dejan una llovizna helada para dar paso en poco tiempo a un sol abrasador. Todo alrededor del Perito Moreno es de una belleza suprema, superlativa, profundamente emocionante.
Un primer recorrido por las pasarelas
Los guías del bus que me han dejado en el centro de visitantes me dan una hora para recorrer las pasarelas a mi aire. Estas pasarelas te permiten acercarte en distintos recorridos a varios miradores desde donde puedes ver la pared frontal del glaciar. Transitar por ellas es gratis y, además, con tramos accesibles para minusválidos, así que son la parte más concurrida del lugar.
Son cuatro los itinerarios, clasificados en colores según su dificultad o extensión, aunque todos son muy fáciles de hacer. El itinerario central (amarillo) es el que concentra los principales miradores y es el más fácil, ya que también tiene un tramo accesible -con ascensores- para personas con problemas de movilidad. Tardas 1 hora en recorrerlo.

El itinerario del bosque (verde) te lleva por un tramo de 45 minutos, un poco más aéreo, y por tanto con vistas más altas del glaciar. Otro itinerario, el azul es más largo (hora y media) y te lleva por la cara norte del glaciar, por el canal de los témpanos, siendo quizás es el menos interesante porque te alejas bastante del glaciar, aunque hay menos gente y se disfruta de un paisaje distinto.
Por último, el itinerario inferior (rojo) es el de mayor dificultad y te lleva por la cara sur del glaciar, obteniendo vistas muy cercanas de la llamada zona de ruptura, donde se forma el conocido fenómeno que da, en gran parte, la popularidad al Perito Moreno: en su avance, el glaciar forma un dique que represa las aguas del lago argentino, y conforme este dique va aumentando de tamaño, las aguas del lago presionan el dique hasta formar un túnel. El agua va erosionando el dique de hielo hasta que la bóveda superior colapsa, dejando imágenes imborrables para quienes tienen la suerte de vivirlo en directo.

La recomendación de los guías es recorrer el itinerario central y del bosque si también vas a realizar la navegación o el mini-trekking. Si no vas a hacer ninguno de estos y dispones de más tiempo, incluye también el itinerario inferior. Por otro lado, todos insisten en que el recorrido azul es el más prescindible. En cualquier caso, todos tienen miradores impresionantes, de los que obligan a detenerse para sacar fotos.
Durante el recorrido por las pasarelas no dejaba de maravillarme ante lo que veían mis ojos: Me preguntaba cuándo lleva existiendo el hielo que estaba contemplando, o dejaba volar mi imaginación y me tele-transportaba mucho más arriba del glaciar, hacia el campo de hielo patagónico, una de las últimas regiones salvajes que quedan en el planeta, la tercera mayor región de hielo continental en el planeta después de la Antártida y de Groenlandia, con una extensión de 350 km de norte a sur y un total de 16800 km2 de puro hielo, que se reparten entre Chile y Argentina.

Los guías me explicaron, además, la fascinante razón por la que existe tan monumental área de hielo en este punto de la Tierra, debido a unas particulares y asombrosas condiciones que solo se dan aquí: los intensos vientos de hasta 150 km y que soplan desde occidente recogen toda la humedad del Pacífico y se encuentran rápidamente con el obstáculo montañoso de los Andes, receta perfecta para que descarguen en forma de nieve, alimentando continuamente el campo de hielo. Con una media de 5.000 mm anuales en el campo de hielo, y de hasta 8.000 mm en los fiordos chilenos, hablamos de una las regiones mas húmedas del planeta, y el Perito Moreno desciende directamente de él.
Llega la hora de caminar sobre el glaciar: Mini trekking
A la hora acordada hay que presentarse en el punto de encuentro del centro de visitantes para dar comienzo al plato fuerte del día: el mini-trekking, una caminata de una hora de duración sobre el glaciar.
El bus nos lleva de vuelta hacia el puerto Bajo de las Sombras, donde subimos en un pequeño barco que navega unos 20 minutos por la cara sur del glaciar hasta un refugio. Allí se organizan los grupos y nos equipan con crampones y casco para caminar con total seguridad por encima del hielo.

La diferencia entre el mini-trekking y el Big Ice es la duración y las zonas por donde haces la caminata: En el mini-trekking haces una pequeña caminata de una hora por una zona habilitada y equipada incluso con alguna pasarela y cadenas para facilitar el paso, pudiendo ver grietas, seracs, sumideros y lagunas.
En cambio, el Big Ice alarga la caminata a las tres horas, y te adentra durante más tiempo por el bosque que rodea el glaciar. También podrás entrar en cuevas glaciares. Ambos terminan con un rito que se ha convertido en clásico y parte del encanto del tour: los guías te ofrecen un vaso de whisky servido con hielo del glaciar, acompañado también de un dulce de chocolate.

La caminata sobre el Perito Moreno es también especial por otra circunstancia: has caminado encima de uno de los glaciares más particulares del mundo, y que hasta hace poco estaba en estado de equilibrio, es decir, acumulaba tanto hielo en su origen como el que perdía, con lo que no estaba en retroceso como sí ocurría con sus vecinos, los glaciares Upsala y Viedma, aún más grandes que el Perito Moreno pero también más inaccesibles, y ya no digamos otros glaciares de la Patagonia como el del Cerro Tronador y de otros muchos rincones del mundo, como el Vatnajökull de Islandia.

Lamentablemente, las últimas noticias parecen indicar que el Perito Moreno ha pasado a engrosar la larga lista de glaciares del mundo en retroceso. No se me ocurre mejor motivo para visitar el Perito Moreno que ahora, cuando aún puedes apreciarlo con esta inmensidad, testimonio gigante y pretérito de una época del mundo en vías de extinción.
Finalizado el trekking volvemos al refugio, donde nos quitamos los crampones y los cascos, tomamos un «cafecito» rápido y regresamos al barco para volver al puerto Bajo las Sombras, donde espera el bus para llevarnos de vuelta a El Calafate. Empieza a soplar un viento helado y en cubierta el frío es tremendo. A mí se me saltan las lágrimas pero no es solo por el frío: estoy echando una última mirada a uno de los lugares más bellos que he visto, y que probablemente veré, en toda mi vida.
