Mi viaje por la Patagonia chilena no podía empezar más a lo grande: el día después de aterrizar en Chile estaba subiendo a uno de los volcanes más activos del mundo, el Villarrica, en la región de Araucanía.
Con una altitud de 2.847 metros de altura, el Villarrica no es conocido únicamente por ser el volcán más activo de Sudamérica, sino también por ser el segundo más alto de la región. El volcán se encuentra dentro del Parque Nacional Villarrica, ubicado al sur de Chile, y es la principal atracción en Pucón, la ciudad más cercana al volcán.

El volcán Villarrica, de un vistazo
Un ascenso alpino en toda regla
A pesar del cansancio por el vuelo transoceanico de España a Chile, madrugo al día siguiente para hacer la ascensión. Hemos quedado con la gente de Terra Volcano y en la tienda nos dan el equipo, una mochila con crampones, piolets, arneses y cuerdas, además de una pala que, como verás después, nos servirá para un descenso de lo más peculiar.
Aún de noche nos llevan en 4×4 hasta la base del volcán, donde nos explican cómo será la ruta y técnica básica de progresión y uso del piolet. Nos calzamos los crampones porque hay nieve ya desde la base: ese invierno ha nevado bastante y las faldas del volcán están cubiertas de nieve, lo que hará la ascensión aún más emocionante.

La subida se realiza por la cara norte del volcán, subiendo primero por las pistas de Centro Pillán, que es como se llama ahora la estación de esquí del Villarrica, y ascendiendo después a través del glaciar del volcán. La ascensión no tiene pasos expuestos ni demasiado complicados a excepción de allí donde hay nieve; por ello es obligatorio acreditar experiencia en media montaña en CONAF si se quiere realizar la ascensión por cuenta propia, o bien contratar los servicios de un guía o una agencia acreditados por esta misma organización.
El ascenso comienza suave para ir ganando inclinación progresivamente tan pronto como se dejan atrás las instalaciones de la estación de esquí. El entorno es espectacular y el día primaveral que hemos tenido es inmejorable: hasta los propios guías nos dicen que es el mejor día en cuanto a meteorología en muchas semanas. Mejor suerte, imposible.

La ascensión se complica sustancialmente al llegar al glaciar del Villarrica, un glaciar de casquete de 40 km². El hielo glaciar ha mantenido el manto de nieve intacto y el espesor es considerable, lo que ralentiza el paso del grupo y obliga a extremar la precaución, debiendo hacer uso por primera vez de los piolets para progresar.
Sorprende ya desde el glaciar el olor a azufre que desprende el volcán. Entre eso, el menor oxígeno y el esfuerzo físico este último tramo es el más duro y nos lleva otra hora alcanzar la cima. Las vistas recompensan: prácticamente un panorama de 360º de la región de la Araucanía, la cordillera de los Andes, multitud de lagos y una vista impresionante del vecino volcán Lanín, en Argentina.

Pero más impresionante es aún observar de cerca el cráter, desde donde no es raro ver lava brotando del fondo del cráter, aunque esto depende mucho de la actividad del volcán en el momento que lo visites. ELa emanación de gases tóxicos obliga a los guías a darnos una mascarilla de oxígeno, aunque ninguno de los compañeros de grupo hizo uso de ella.
Hay que tener mucho cuidado acercándose al cráter, porque una caída aquí es fatal. Aún así los guías nos explican que los accidentes más frecuentes han ocurrido durante la ascensión, y generalmente por alpinistas con experiencia que han subido por su cuenta. La del Villarrica es considerada una ascensión de media montaña, pero las condiciones meteorológicas y nivosas pueden complicar mucho la subida.

Toca disfrutar como niños: descenso en trineo
Para redondear la experiencia, la mayoría de agencias ofrecen el descenso del volcán en trineos tipo pala, aunque esto solo pueden ofrecerlo cuando hay la suficiente nieve. Esta opción no solo garantiza una gran diversión, sino un descenso más rápido y seguro, al evitar tener que descender caminando de nuevo el volcán, con todo el cansancio acumulado que llevaríamos encima.
Lo que se hace es llevar el trineo pala en la mochila, así como un cubre pantalones impermeable que te has de poner antes de iniciar la bajada. Entonces te quitas los crampones, te sientas en el trineo, y con el piolet a un costado controlas la velocidad del descenso. Los guías te mostrarán la técnica para hacerlo. En este vídeo puedes hacerte una idea de cómo es:
También hay agencias que ofrecen el descenso con esquís de montaña o incluso snowboard, cosa de la que me quedé con ganas y que espero poder hacer algún día cuando vuelva a la Patagonia. Como fanático del esquí no dejaba de pensar en lo épico que debe ser descender el volcán por laderas tan suaves y con nieve tan abundante como las que tenía el Villarrica en ese momento.
En apenas una hora estábamos ya en la base del volcán, donde comimos antes de tomar nuevamente los 4×4 para volver a Pucón, donde pasaría una semana y media fantástica haciendo otras actividades estrella de la zona, como el rafting en el río Trancura -en mi caso hidrospeed- una excursión al fantástico Parque Nacional Huerquehue y varios días de hedonismo wellness en los numerosos baños termales de la región.
Poco después de mi visita a Pucón, el Villarrica comenzó a mostrar más actividad de la normal, llegando a expulsar piroclastos de 100 metros de altura y registrándose sismos en la zona, señal indicativa de una posible erupción en el volcán. La última grande registrada es del 2015, y cada cierto tiempo se registran nuevas erupciones. Se puede consultar el estado del volcán en este enlace.